Pincha aquí para ver el acta del partido. Pincha aquí para ver fotos e imágenes en vídeo del partido. ¡ Qué gozada de cadetes !. Venía el líder, San Tirso, un «lobo con piel de cordero», que por mor del convenio con el Deportivo, realmente es un Depor «B», imbatido en la categoría, que sólo había cedido un punto, y que tiene como único objetivo el ascenso a división de honor. Y una vez más, el equipo compitió, algo que teniendo a Mahía como míster no se duda nunca.
Comenzó el partido con algo de tanteo, pero poco a poco el conjunto coruñés se fue adueñando del balón, algo que el Galicia no le discutió, entre otras cosas porque es como más cómodo juega el equipo. Pese a todo, tampoco el equipo del San Tirso creó grandes ocasiones de gol. El Galicia se defendía con orden y acierto, y además, tímidamente, pero también se acercaba con algo de peligro. Sin embargo, antes del descanso, Noe consiguió adelantar al San Tirso, haciendo justicia al menos al mayor domino coruñés.
En la segunda mitad, siguió el mismo guión de inicio, con un San Tirso dominador, con mucho juego de toque, aunque sin gran profundidad, y un Galicia que pese a la derrota tampoco hacía grandes intentos por empatar, y bastante tenía con aguantar la presión del San Tirso. Cosas del fútbol, minuto 50, y en una gran jugada individual, Gabri se va de tres contrarios y consigue el gol del empate. Un preciado punto que el equipo no estaba dispuesto a perder. No sin combatir. A partir de ahí, dominio absoluto, aun mas, del San Tirso. Acapararon el balón, inquietaron la meta local, y dispusieron de claras ocasiones de gol, pero el Galicia se defendía, y lo hacía bien. Es cierto que el San Tirso mereció por ocasiones la victoria, se hizo acreedor a ella, pero aunque solo sea por la actitud y la combatividad del Galicia ante un rival superior, no podemos decir que el Galicia no haya merecido un punto tan luchado. En definitiva, por Galicia pasó un gran equipo, destinado a ligas mayores, pero el Galicia volvió a dejar clara la personalidad que tiene, la que le ha infundido un técnico tan carismático y personal como Mahía. Compiten y lo hacen del primer al último minuto. No importa el resultado. Son equipos perrunos, equipos a lo que para ganar «hay que roelos».